sábado, 24 de septiembre de 2011

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A veces estás viendo una película y encuentras un plano particularmente bello y te preguntas por qué no habrán realizado toda la cinta con la misma delicadeza. Te consuelas pensando que podría dañar a la narrativa de la historia... Quizá Terrence Malick llegase a la misma conclusión y por eso abandona el mundo de la narrativa y se instala en un territorio poético donde no cabe la prosa. Lo que importa aquí es el sentimiento, una oda a la vida y al amor y a la belleza... Se trata más del transcurrir del tiempo que de lo que en él acontece. En la película hay que destacar el finísimo trabajo de fotografía, música, efectos especiales y montaje así como el de un reparto sólido (con Brad Pitt, Sean Penn, Jessica Chastain y el joven Hunter McCracken) aunque no especialmente trascendente para el fin que se persigue (la película pretende ser y es mucho más grande que cualquiera de sus personajes, incluso que la suma de todos ellos). En fin, que se trata de una película bellísima y única que se recordará una y otra vez en los libros de historia del cine.

1 comentario:

Natalia dijo...

Igual tengo que verla...
Me hace falta ver cosas bonitas últimamente...