Se trata este de un caso poco frecuente. En realidad estamos seguros de que el director de esta película, Corey Yuen, estaría bastante orgulloso de saber que forma parte de nuestro infierno. ¿Y por qué? Porque es una película mala y con avaricia, pero que en todo caso es sincera. Por eso desde la primera escena... o mejor... desde el cartel, ya se nos avisa de que va a ser una cosa infame. En realidad el tormento de ver DOA: Dead or alive no es culpa del director, ni de sus intérpretes, ni de sus técnicos sino de nosotros, los incautos que, aún estando sobre aviso decidimos ir a verla. Pero no por eso vamos de dejar de hacerle un huequecito en nuestro averno cinematográfico. Y es que esta peli no tiene ningún sentido. Sólo ofrece tías buenas dándose de palos y jugando al voleibol. Basada en el videojuego del mismo nombre su historia recuerda bastante a Operación Dragón, sólo que aquí no sale Bruce Lee. Los rostros más conocidos son Eric Roberts (de malo, cómo no) y Devon Aoki (Sin city). Pues eso, una película hecha para ser mala desde su génesis, pero que no engaña a nadie. Y las pelis malas... van al infierno.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario