J.J. Abrams quiere ser el nuevo Spielberg. Eso ya lo sabíamos. Pero ahora ya no tiene problemas en decirlo a voz en grito. Incluso tiene el atrevimiento de explicarlo así de claro en algunos diálogos de su última película. Pero no es desfachatez, pues después de ver esta película nos hace pensar que si quiero serlo... puede serlo. Se trata de un homenaje al cine de Amblin de los años 80 (incluso han recuperado el sello de la mítica productora, que yo no recordaba haber visto en mucho tiempo... aunque quizá me equivoque) que juega con los engranajes del sentimientos humano tal y como hacían las pelis de entonces. De todos modos Abrams consigue un film marca de la casa, y en esto tienen mucho que ver el trabajo en la fotografía de Larry Fong y la banda sonora de Michael Giacchino, quienes recuperan un poco el espíritu de Perdidos. La película está protagonizada por los niños Joel Courtney y Elle Fanning, quien de nuevo vuelve a ofrecer una sólida interpretación. Se trata de una película que todas las personas de entre 20 y 50 años deberían ver... con nostalgia.
