Durante mucho tiempo se han hecho diversos intentos de incorporar el mundo de los aromas al visionado de películas. Quizá el más famoso de ellos sea el Odorama que incluía John Waters en su película Polyester (quizá por contener olores escatológicos...). Esto consistía en un cartoncito que se le daba al público con diferentes números marcados que se debían rascar y oler cuando la película así lo marcaba. Este año el que va a intentarlo es Robert Rodriguez, quien va a aplicar este sistema a la nueva secuela de su saga Spy Kids (ya va por la cuarta). ¿Funcionará? Pues si me preguntan a mí diré: depende. Desde el punto de vista comercial de la cinta es posible. Yo veo todas las pelis de Rodriguez aunque sepa previamente que van a ser una mierda y sin embargo no pensaba ir a ver esta. Ahora con esto del Odorama sí que quiero ir a verla (siempre me he arrepentido de no haber podido estar ahí para ver la de Waters, así que esta es mi oportunidad). Eso sí, no creo que la película marque tendencia. ¿Por qué? Por la misma razón por la que tardó en funcionar el 3D o la versión original en los cines de Zaragoza. Mientras las novedades se apliquen a películas que van a ver 4 gatos se verán siempre como fracasos comerciales (lo sean en realidad o no). Para que esto del olor funcione se necesitaría, por ejemplo, que Spielberg lo incorpore a su próxima película (así como fue necesaria una de Cameron para que se asentara el 3D o que llegasen en VO cintas como Harry Potter o Crepúsculo para ver que aquello podía ser rentable). En todo caso lo comprobaremos en breve.
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